COMO RELIGIOSO FRANCISCANO
Era dócil, austero, se esforzó por alcanzar la perfección sacerdotal y religiosa, riguroso consigo mismo y compasivo con los demás, hijo fiel y exacto cumplidor de la estrecha observancia del Colegio Apostólico de Pachuca, tenía cierta emulación por ser más austero, sin despreciar a los no observantes, exigente en lo substancial de la vida consagrada siendo pobre y ordenado, sin fijarse en detalles, sino más bien generoso, era puro de alma, requisito elemental para conseguir la perfecta caridad por lo cual se confesaba dos veces por semana como lo hacían en el Colegio Apostólico. Magnífica formación franciscana empapada del genuino espíritu de San Francisco; se interesaba por el bien de los demás sin dejar de reconocer el trabajo de sus hermanos.
Era admirable su espíritu de sumisión a sus superiores, siempre con espíritu de fe, viendo en ellos la misma autoridad que la de nuestro Seráfico Padre, y además, trata de descubrir en todas las cosas y circunstancias de la vida la voluntad del Señor.
Era religioso fervoroso, penitente, cumpliendo con los ayunos, abstinencias, disciplinas y todo lo que prescribía la Regla de los Colegios Apostólicos. Siendo sus principales devociones: la Santísima Virgen, señor San José, San Miguel Arcángel y santa Gertrudis.
Era alegre, amante de la paz entre los religiosos y eclesiásticos, tratando de llenar su vida de una auténtica vida franciscana; confiando a sólo Dios sus alegrías, sus penas, sus luchas y noches obscuras sin consuelo; amante de la bendición seráfica.
Entre los muchos carismas que Dios le dio resalta el de fundador. Estableció en su parroquia la Tercera Orden Franciscana, la archicofradía del cordón, la asociación de las Hijas de María, el establecimiento de la Tercera Orden Servita, la Sociedad Católica de varones y sobre todo fundó nuestra Congregación de Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario